Hace casi 22 años, un domingo de Julio, preparábamos el traslado, desde el Servicio de Quemados de la Asistencia pública a mi servicio de esos días: el Servicio de Quemados del Hospital del Trabajador. Trasladábamos a Carmen Gloria Quintana, una niña quemada por militares a quién entonces no conocíamos. Rodrigo Rojas de Negri, desdichadamente, acababa de fallecer.
Me acompañaba el Dr. John Constable, prestigiado cirujano plástico norteamericano, miembro de “Physician for human rights” y muchos otros como Celsa Parrau, Héctor Salazar, comprometidos en la causa de los derechos humanos,
Habíamos evaluado a Carmen en la sala de críticos del Servicio de Quemados de
Mientras caminábamos hacia El Trabajador hice un comentario “tanto sufrimiento sólo valdrá la pena si algún día toda nuestra gente puede llegar a tener las mismas condiciones que ahora tratamos de darle a Carmen” La brecha, en salud, entre el mundo público y el privado era enorme. Sin saberlo me había puesto una tarea.
Para mi generación la vida es un continuo de tareas. Muchos mas años atrás, en 1968, durante
En esos días, soñando, compartiendo sueños, encontré a Rodrigo Ambrosio, él le puso ciencia a nuestros sueños de jóvenes. Convirtió la natural habilidad para sortear amenazas, superar debilidades, desarrollar fortalezas y atrapar oportunidades de quienes crecimos en la incertidumbre, en mi caso de los faros, los mares y las islas, para los que la “minga” es la forma de vivir, en Planificación Estratégica, construcción de redes, cambio de correlaciones.
Después se desencadenó el drama. Los sueños fueron prohibidos. Mi página web dice que “vengo de una generación que apostó su vida a sus sueños…algunos tuvimos una segunda oportunidad” Es un homenaje a los que cayeron por soñar a: Arturo Hillerns, a Carlos Lorca, a Jorge Klein, a Carlos Godoy a tantos otros.
Vino la etapa de reconstruirnos como país, como personas. Todavía estamos en esa. En medio de otras tareas me enseñaron también a reconstruir quirúrgicamente, me convertí en cirujano plástico.
Schidlow y Benveniste me abrieron las puertas del Hospital Exequiel González Cortés. Allí encontré a Don René Artigas un médico bueno como los de antes, me acogió, protegió y mostró un camino. De derecha pero con el corazón bien puesto. Fue él quién cuando fue necesario escribió a Don Fortunato Benaím, maestro de maestros de la cirugía plástica argentina “le presento al Dr.
Fortunato, un hijo en inmigrantes marroquíes, que quería hablar inglés, saber nadar y tener caballos, tuvo dos, aprendió a nadar a los cuarenta años, recibió los tres premios mas importantes en el mundo para quién trabaja con quemados, pudo decir su discurso de aceptación en inglés. El me enseñó que para nosotros no existen vocaciones sólo oportunidades y hay que tomarlas. Fue mi Maestro en Cirugía Plástica y Quemados. Todavía sigue soñando y construyendo.
Es a Don René Artigas y
De vuelta en Chile se mantuvieron los sueños y se multiplicaron las tareas: Quemados del González Cortés, Quemados del Hospital del Trabajador, El Colegio Médico de entonces,
Separado de los quemados mi esfuerzo se centró en la cirugía de reconstrucción post traumática en el Instituto Traumatológico, en el desarrollo de
Pasaron años hasta que Francisco Osandón, jefe de Cirugía del Hospital Calvo Mackenna me interpelara pidiendo que me hiciera cargo de los niños quemados de su Servicio. Existía una discusión reiterada en el mundo de
Ya en el Comité de Planificación Estratégica de
Eso dio como resultado
La vida se había tranquilizado. Había tenido la suerte de ser “adoptado” por Rebeca. Sebastián, mi hijo ya era cirujano, Alejandra, mi hija caminaba con ritmo firme por las calles de la Psicopedagogía. Pensaba, tal vez es la hora de escribir. Pero falleció Hugo, siempre esperé que el fuera el Jefe de Quemados de
Una tarde cualquiera apareció en mi consulta
Dije que nadie me lo había ofrecido y que no creía que ella fuera la persona que pudiera hacerlo. Tenía razón y me equivoqué. Ella no podía pero batalló hasta que lo hicieron quienes podían. Antonio Infante y
No sin conflictos llegué a observar en Diciembre del
Otra vez era necesario “cambiarse de caballo en la mitad del río” Las mismas personas, los mismos recursos, sin detener la atención, cambiar la manera de hacer, establecer una estrategia terapéutica que aproveche las capacidades reparativas remanentes del paciente y acelere el proceso de reparación. Pero necesitábamos nuevos recursos, particularmente en planta física, de otra manera la lucha contra la infección, principal causa de complicaciones en quemados graves, se hacía poco menos que imposible. Había que negociarlos, hasta allí los resultados no estimulaban la inversión.
Definimos una meta, asumiendo que si la cumplíamos esa sería nuestra principal herramienta de negociación. Trataríamos, modificando solamente el protocolo de tratamiento quirúrgico, de reducir a la mitad la mortalidad de los pacientes del Grupo Crítico. Paralelamente comenzamos a trabajar con el equipo de
Presentamos nuestros resultados en el Primer Congreso Chileno de Salud Pública, redujimos de 75% a 36% la mortalidad en Críticos. Los presentaremos en Quito, en Mayo, en el Congreso Ibero Latino Americano de Cirugía Plástica y postulamos a hacerlo en Septiembre en Montreal en el Internacional de Quemaduras.
El Servicio de Salud Central acogió he hizo suyo el proyecto. En unos días más inauguraremos el Sector remodelado. Esta es la historia de un sueño que nació de una frase al pasar y se convirtió en compromiso.
Todavía tenemos que aprender del proceso. Al comienzo, el principal enemigo de los cambios fue la desesperanza aprendida, el fatalismo,
En ese ya lejano 3 de Enero decíamos que todo cambio genera incertidumbre, que no hay cambios sin conflictos, que lo que importa es la manera de resolverlos y que lo haríamos tratando de integrar todos los particulares intereses pero teniendo como elemento ordenador el beneficio y los intereses del paciente. Eso hemos hecho.
También entonces dijimos que queríamos recuperar prestigio y reconocimiento. Volver a ser un centro donde acudieran los jóvenes cirujanos a formarse para multiplicar conocimiento y capacidades. Han estado con nosotros en tres años 20 y mas, cirujanos generales, cirujanos infantiles, traumatólogos, cirujanos plásticos en formación de la Universidad de Chile, La Universidad de Santiago,
Decimos “construimos de pie sobre los hombros de quienes nos precedieron… a lo que más podemos aspirar es a ser el soporte de quienes nos sucedan”
Es también el viejo sueño de ser la reja del arado, el que abre el surco, otros sembrarán y mucho mas tarde otros recogerán los frutos.
Este sueño está por concretarse, nos falta remodelar la otra ala del Servicio, pero ahora eso es cosa de tiempo y si algo hemos aprendido en esta vida es a esperar. No un esperar pasivo, no, un esperar con esperanza cierta a partir de nuestras propias fortalezas.
Quedan menos años pero todavía muchos sueños.
2 comentarios:
Jorge, amigo:
Cada vez que te escucho hablar de mi papá me emociono hasta las lágrimas; me enternece, te siento como un hermano, no tengo palabras para describir todo lo que pasa por mi mente y mi corazón.
Siento necesidad de darte las gracias a nombre de mi papá que, por ser quién era y como era, nunca te expresó con palabras su cariño.
Como tu mismo dijiste en una ocasión, tenía gestos para contigo que te desconcertaban, que te hacían sentir que sólo alguien que te quiere mucho puede tener. Era su forma de decir lo que no podía expresar con palabras.
Todo mi cariño para ti. Un abrazo,
Mane
Jorge:
Tu siempre agradecido discurso hacia tus mentores y maestros habla -sin duda- de tu grandeza de alma.
Un abrazo.
Alejandro
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