jueves, 12 de noviembre de 2009

90 años

Fortunato Benaim cumplió noventa años. Para aquellos quienes, alejados del mundo de las quemaduras, el nombre no les diga nada, digamos que es un cirujano plástico argentino, nació en Mercedes, en una pequeña ciudad aledaña a Buenos Aires, médico desde 1946. En un homenaje a los 80 sinteticé sus aspiraciones de niño en “saber nadar, aprender inglés, tener caballos” . Entender el sentido tomaría más tiempo que esta nota. Propuso la “Clasificación de Benaim” para profundidad de quemaduras. Aquella de “A” “AB” y “B” probablemente la que se usa mas frecuentemente en nuestro medio.

Hace diez días participamos en el Congreso en el “VIII Congreso Latino Americano de Quemaduras” en Guayaquil, Ecuador. Venimos volviendo de las Islas Galápagos.

Solicitado para enviar un mensaje en video para el Homenaje que en diversas instituciones le realizaron en la AMA (Asociación Médica Argentina) dije, jugando con las palabras algo así como “Fortunato, encontrarte fue un hecho afortunado. Mi proyecto de vida había sido destruido, empujado fuera de mi país el futuro era “la incertidumbre” Recién comenzábamos a rehacernos después de un Golpe atroz. Don René Artigas me puso en tu camino. Fue una fortuna encontrarte, me distes nuevas herramientas para construir un nuevo proyecto y seguir adelante con el viejo sueño de “poner los beneficios del progreso al alcance de la mayoría de las personas” Gracias por eso”


Fortunato Benaim fue mi Maestro entre el 75 y el 79.

Llegué a Argentina en 1975, venía de Europa. Me había visto obligado a salir de Chile en 1974 cuando nuestra red fue detectada. Algunos de mis más queridos compañeros fueron asesinados, otros encarcelados, unos cuantos debieron asilarse. Nuestro esfuerzo principal en esos días era sobrevivir, reorganizarnos, buscar nuevos caminos para construir certezas en un futuro incierto. Buenos Aires del 75 no era París o Roma o Berlín, era el Buenos Aires de la Operación Cóndor. No hacía mucho Don Carlos Prat y su esposa caían víctimas de un atentado alevoso. Venía a reorganizar la Red pero necesitaba reinsertarme en la cotidianeidad. Rearmar un proyecto personal era parte de la seguridad.

Don René Artigas, con generosidad, me envió una carta de presentación. Ponderaba mis condiciones como médico y agregaba “…de ideas socialistas pero nunca lo he visto hacer ostentación ni proselitismo” Fortunato me acogió sin preguntas ni condiciones.

Se había cerrado una puerta, él me abrió otra, me mostró un camino y me dio las herramientas básicas para recorrerlo. Lo que yo lograra con ellas es otra historia. Me permitió escribir en mi página “vengo de una generación que quiso tocar las estrellas con la mano…algunos tuvimos una segunda oportunidad.

Ahora, invitado como Conferencista al Congreso de Guayaquil, se presentó una oportunidad soñada. No siempre se tiene la oportunidad de rendir cuanta pública al Maestro. Poder mostrar el camino recorrido desde aquellos primeros pasos de los setenta es mi mejor Homenaje. Por eso estructuré tres conferencias como una Trilogía. La primera referida a la manera como se toman las decisiones clínicas que llevan a buenos resultados. Una suerte de análisis epistemológico. La segunda cómo se convierte buenos resultados individuales en resultados sanitarios reproducibles, esto es la organización de Servicios, un tema de Gestión Clínica y, finalmente cómo aseguramos “Poner los beneficios del progreso al alcance de la mayoría de las personas” Esto es formulación de políticas sanitarias. En Chile eso es Garantía Explícita.

Después nos fuimos a Galápagos.