viernes, 30 de enero de 2015

Tras 10 años, dejo el Servicio de Quemados de la Asistencia Pública. Carta a mis compañeros de trabajo



Queridos compañeros
Ayer ha sido un día de emociones, de esos que en la vida de un hombre van marcando hitos. De esos que te muestran si de verdad eres quien crees que eres. Si de verdad has conseguido dar testimonio de tus convicciones. Si conseguiste hacer lo que dijiste que harías.

La mayor gratificación para un hombre, un ciudadano, un médico, es el reconocimiento de sus pares. De aquellos con quienes caminado codo a codo compartimos  la tarea. Llegué sin conocerlos, hoy todos, cada uno de ustedes son mis pares. Eslabones de la misma cadena, contribuimos por igual en la misma tarea. Sí uno sólo falla, fallamos. Si uno se fortalece nos fortalecemos.

Gracias por eso. Me regalaron un día emoción, recuerdos, balance, cariño y reconocimiento. Gracias porque eso renueva el compromiso, da nuevas fuerzas, genera nuevos impulsos, reabre el mundo.
Llegué a aquí por la iniciativa de Sandra Whittle, hecha voz por Iside Bravo convocado por las autoridades de la época encabezadas por Antonio Infante.

El Servicio que fundó don Mario Garcés en 1969, y que constituyó un avance sustantivo en el tratamiento de quemados en el país, había venido decayendo. Los resultados se estancaban, la Universidades, inclusos aquellas que programaban sus rotaciones por el HUAP, retiraban sus becados, muchos pacientes fallecían, el burn out acechaba de manera cotidiana. Se había perdido prestigio y reconocimiento.

Acepté venir tanto porque me pareció un deber como porque tenía experiencia en situaciones similares, aunque en escala menor en el ámbito de la salud. También porque enfrentar la desesperanza y adversidad ha sido el sino de mi generación.

Vengo de un mundo donde aprendí de niño que no existen tareas demasiado grandes, "lo que es falta es gente" decían mis abuelos y, los abuelos de sus abuelos, inventaron la "minga". Mi generación, la construcción de redes, el desarrollo de ciudadanía, el empoderamiento de las personas.

Hace mucho, cuando éramos jóvenes dirigentes, dijimos que queríamos “poner los beneficios del progreso al alcance de la mayoría”. Esta era una oportunidad de hacerlo
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Hacerlo con los recursos que se dispone, aguzando la creatividad, otra oportunidad para  mostrar que es posible optimizar el uso de recursos que siempre serán limitados.

Se dijo. No se va a poder. La experiencia del manejo de empresas muestra que no bastan las calificaciones. Que el mejor gerente puede fracasar en una empresa distinta sólo por desconocimiento del "know how" local. 

Eso es verdad. Por eso es que no bastan las calificaciones tradicionales. Se requieren aquellas que aprendimos construyendo redes que se fundan en objetivos compartidos, adhesión voluntaria, confianza en el otro. La misma confianza que requiere un trapecista para saltar al vacío confiado en que lo esperan las manos del compañero.

Esas redes se construyen sobre la base del testimonio. Esas son redes de pares, de iguales. Son redes en que la jerarquía y la  autoridad nacen de la autoría.

Por eso en la reunión de Enero del 2005, casi 10 años atrás, tras formular mi diagnóstico, que como lo dijo Carola, provocó, incluso golpeó,  hice explícitas las bases de mi estilo de Dirección y su objetivo "no arrastrar, no empujar... Generar un movimiento".

Lograr los cambios sin detener la atención, sin generar grandes conflictos, con los mismos recursos, con las mismas personas, a partir  de lo que ya existe

Poner en el Centro de nuestra actividad los intereses de nuestros pacientes. Aún como eje de la solución de conflictos que necesariamente se presentan particularmente en las situaciones de cambio.
Asumir que la verdad no existe, que construimos aproximaciones que se van redefiniendo en el tiempo en función de la experiencia sistematizada. Que nuestra mayor fuente de aprendizaje es el análisis prospectivo  de nuestra propia experiencia ya que cada nueva experiencia enriquece  y modifica el conocimiento anterior. 

Por eso nuestras herramientas serían la planificación estratégica y la evaluación prospectiva de indicadores previamente definidos 

Construir una partitura tal que distintos ejecutantes, pudieran tocar y obtener los mismos resultados. Así nos  fortaleceríamos, podríamos multiplicar nuestras capacidades, todos seríamos necesarios pero ninguno insustituible. Eso es un equipo. Eso es un Servicio.

Ayer, al verlos, al escucharlos sentí que lo hemos logrado. Todos hemos contribuido. Sin duda seré injusto al no poder nombrarlos a todos. Pero allí está el aporte del Dr. Gonzalo Irusta quién asumió los cambios con diligencia y  hoy se ha constituido en la reserva   de experiencia quirúrgica para los jóvenes cirujanos, de la Dra. Whittle que buscó  los cambios y desarrolló un Intensivo en el que crecieron la Dra. Alonso, Masalleras,  Cesar Pedreros, Enrique Veas  y todo un equipo de intensivistas,  hoy veteranos en el manejo de los problemas emergentes que se presentan cuando aumenta la sobrevida de Grandes Quemados. Allí está un sólido equipo de enfermería que logró desarrollar sus capacidades y hacerse experto en el cuidado de uno de los más complejos pacientes clínico quirúrgico, donde el aporte de Gabriela es reconocido. A eso su sumaron nuestros Kinesiólogos que en poco tiempo ya pueden dictar cátedra. También nuestro Psicólogo y la asistente social.

 Y cual infantería sin la cual ninguna victoria se consolida, nuestro técnicos y auxiliares que con escepticismo primero y con decisión después, en la sala y en el quirófano, acompañaron los cambios y los convirtieron en su patrimonio.  

Si, al verlos y escucharlos los veo como pares, los veo como equipo.

Me siento tranquilo para dejar la Jefatura, Diez años son muchos años. Hay que evitar la Némesis del éxito. Abrir espacio al desarrollo.

 Pero no es sólo eso. Es que tenemos tareas inconclusas que no se pueden abordar desde el Servicio.
Una de ellas. La más trascendente a mi juicio es el desarrollo de la Red. Eso no lo hemos logrado hacer. Sin eso corremos el riesgo de convertirnos en una cabeza sin cuerpo y de que salvemos vidas pero no logremos reintegro psicosocial, esterilizando el esfuerzo del Sistema y generando frustración a nuestros pacientes. Ellos  requieren de una Red de apoyo que los acompañe desde el intensivo a su lugar de vida. 

Construirla esa Red  requiere de creatividad, capacidad de convocatoria, capacidad de organización, capacitación, soporte, tiempo de dedicación. A eso quiero dedicar el tiempo que me queda. Por eso no me despido, sólo quiero asumir otra dimensión de misma  la tarea. Poner los Beneficio del progreso al alcance de la mayoría. Optimizar el uso de nuestros recursos
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Me siento tranquilo y feliz porque ahora Uds. son el Servicio. Están llenos de potencialidades y saben cómo desarrollarlas.  Nuestros pacientes pueden estar tranquilos al contar con todos  Uds.

Con profundo cariño y agradecimiento.
 
 Dr. Jorge Villegas.
Diciembre de 2014.